Pérdida de visión: causas y consecuencias

Creían los griegos que cuando se perdía visión en un ojo era porque algún humo había caído dentro; y llamaron al efecto, catarata. Hoy de la teoría sólo queda la denominación, que se origina cuando ante nuestros ojos aparece una neblilla que nos impide apreciar con nitidez los objetos.

En el ojo, entre la córnea y la retina, hay una especie de “lente”, el cristalino que, por hacer un símil fotográfico, enfoca la imagen que percibimos sin que haga falta que nos acerquemos o nos alejemos. Se trata de una membrana delgada y homogénea del tamaño de una lenteja, que nos permite leer una revista , sin perder foco; y que al alzar los ojos, tengamos una imagen nítida de la pantalla del televisor.

La catarata se produce cuando el cristalino pierde su transparencia y se vuelve opaco. La luz sigue llegando a la retina, pero como el cristalino ha perdido su capacidad de enfocar, la imagen llega sin definición. La pupila, que normalmente es negra, toma en quienes lo padecen un color gris-blanquecino.

Causas de la pérdida de visión

No hay una sola causa para la catarata. Por su origen, éstas pueden ser congénitas o degenerativas. En las primeras, las fibras del cristalino han sufrido durante su desarrollo algún tipo de proceso inflamatorio que ha ocasionado la pérdida de transparencia. Se observa ya en los recién nacidos y puede ser transmitida por herencia o haber sido producida por una enfermedad vírica padecida por la madre durante el embarazo.

Las más conocidas son las degenerativas y seniles. También son las más frecuentes, sobre todo a partir de los cincuenta años. Aunque es bilateral, suele iniciarse primero en un ojo y se localiza en la corteza o en el núcleo del cristalino.

También es frecuente que empiece por la corteza y que el núcleo permanezca transparente por mucho tiempo, aún habiéndose iniciado el proceso. Las cataratas también pueden ser adquiridas tras ingerir algunas sustancias tóxicas, padecer alguna lesión ocular o estar expuesto a radiaciones o fuentes de calor.

Síntomas de la pérdida de visión

El primer síntoma de la catarata es la pérdida de agudeza visual, que se incrementa a medida que avanza el proceso hasta que llegue un momento en el que sólo se perciba la luz. Cuando la opacidad se sitúa en la periferia del cristalino, la disminución de agudeza visual es menor. Curiosamente quienes lo sufren con más luz verán peor, mientras que con una iluminación media verán como siempre.

También es posible, debido a la refracción irregular, sufrir de diploplía o poliopía, es decir de visión doble o múltiple. Hay personas que ven “manchas” que ocupan un lugar fijo en el campo visual.

La miopía también puede ser un primer indicio. Es posible que se dé en los períodos iniciales debido al incremento de la densidad y del poder refrigente del cristalino, lo que origina una mayor convergencia de los rayos luminosos, que, a su vez, provoca una imagen anterior a la retina.

Pasar por el quirófano

En todos los casos de cristalino opaco y la consiguiente disminución de la visión se debe acudir lo antes posible al oculista. El especialista deberá determinar si la catarata ya está “madura” y se puede intervenir quirúrgicamente, o si hay que esperar. Dependerá de la mácula, pero también la posible presencia de alguna enfermedad ocular, como glaucoma o desprendimiento de retina, que la complique.

En el quirófano se procede a la extirpación del cristalino afectado. Es una operación sencilla y rápida. Tiempo después el paciente deberá reemplazar las doce dioptrías del cristalino extirpado, de modo que tendrá que recurrir a unas gafas especiales que tienen unos cristales convexos o a lentes de contacto. También se ha llegado a implantar un cristalino artificial, pero se han dado casos de intolerancia.

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